Gestos que nos
enseñamos
Te quité el gesto del
humo
y me diste tus manos
tu charla en el aire
tus palabras interminables
música siempre tu
sonrisa.
Te endurecí, desaté
tu volcán encrespado,
tu lamento
más animal y más
profundo.
Te desgarré cada
noche
para que probaras tu
sangre
y me la dieras, y me
diste,
estas ganas de amar
rabiosamente.
Te pasé
distraídamente un espejo
en octubre y frío
para que descubrieras
tus senos y tus sueños.
Me devolviste tu
cuello insaciable
me llenaste los ojos
de ti
y yo aprendí a
cerrarlos
para que no te me
fueras
en medio de esta
lluvia copiosa.
Pero te fuiste
en el último gesto de
amor
palabra
desprestigiada
y me diste
el tuyo total y
doloroso.
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