El corazón de la
noche
De la niñez a la
juventud; de la juventud a la ardua hombría;
del letargo a la
fiebre del corazón;
de la vida fiel a
soñar con sombríos y perdidos días;
de la confianza a la
duda; de la duda al borde de la prohibición;
estos cambios han
pasado como una ráfaga cíclica
hasta ahora. ¡Oh, El
Alma! Cuán rápido debió
aceptar su primitiva
inmortalidad,
¿es que la carne
reencarna en el polvo de dónde comenzó?
¡Oh, Señor del
trabajo y la paz! ¡Señor de la vida!
¡Oh, Señor, horrible
Señor de la voluntad! Aunque sea tarde,
renovad esta alma con
el obediente aliento:
que cuando la paz se
reúna con la furia,
el trabajo se
recupere, y la voluntad resurja,
esta alma tal vez vea
tu rostro: Oh, Señor de la Muerte.
Imagen: Edward Hopper,
Excursion Into Philosophy, 1959.
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