Cuarto
de baño
Qué claridad de playa al mediodía,
qué olor de mar, qué tumbos, cerca, lejos,
si, entre espumas y platas y azulejos,
Venus renace a la mitología.
Concha de porcelana, el baño fía
su parto al largo amor de los espejos
que, deslumbrados, ciegos de reflejos,
se empañan de un rubor de niebla fría.
He aquí, olorosa, la diosa desnuda.
Nimbo de suavidad su piel exuda
y en el aire se absuelve y se demora.
Venus, esquiva en su rebozo, huye.
Su alma por los espejos se diluye,
y solo -olvido- un grifo llora y llora.
Qué claridad de playa al mediodía,
qué olor de mar, qué tumbos, cerca, lejos,
si, entre espumas y platas y azulejos,
Venus renace a la mitología.
Concha de porcelana, el baño fía
su parto al largo amor de los espejos
que, deslumbrados, ciegos de reflejos,
se empañan de un rubor de niebla fría.
He aquí, olorosa, la diosa desnuda.
Nimbo de suavidad su piel exuda
y en el aire se absuelve y se demora.
Venus, esquiva en su rebozo, huye.
Su alma por los espejos se diluye,
y solo -olvido- un grifo llora y llora.
Imagen: Marta López, Final_bañera
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