La ciudad tras el
velo de muselina yace
La ciudad, tras el
velo de muselina, yace;
tras el fulgor de
bujías, dulce y trémulo,
está la enfermedad
del hombre, abrasadora;
la fuerte calentura
en los ojos le brilla.
Pero tiene la Calma
prudencia y alto porte;
con sosegados fuegos
empezó el Universo.
Así, yo descansara en
la paz de la muerte; y ya, como la muerte,
en el corazón fiero del
Tiempo, sin deseos,
pues conozco el poder
de estar sola. Mas, cuando
la ciudad ya se hunde
bajo un sueño
cerrado, el corazón
siento como una torre
que no encuentra
jamás en el sol su consuelo
y está ávida, ávida,
en la luz ardorosa,
esperando a quien
llegue entre los rayos.
Trad. de Mariá
Manent
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