No digáis: la vida es
un festín
No digáis: la vida es
un festín alegre,
si no se tiene un
necio espíritu o un alma ruin.
Sobre todo no digáis:
es una desgracia eterna,
pues denota un alma
débil, que en seguida se cansa.
Reid igual que en la
primavera se agitan las ramas,
llorad como el viento
o las olas sobre la playa,
gustad todos los
placeres o sufrid todos los males
y decid: es mucho, y
es la sombra de un sueño.
Pienso en los cielos
marinos, en sus dulces ocasos,
en el espumeante
horror de una mar embravecida,
en el pescador en su
barca, el cangrejo en su gruta,
en Nerea de ojos
azules, en Glauco, en Proteo.
Pienso en el
vagabundo que calcula su camino,
en el anciano junto
al umbral de su vieja cabaña,
en el leñador
encorvado con el hacha en la mano,
en la ciudad y sus
ruidos, en mi alma y su pena.
Trad. de Manuel
Álvarez Ortega
Imagen: Ivan
Aivazovsky, Olas (detalle).
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