Acuérdate de ti
¡Oh, acuérdate de ti!
En un jardín cogías algunas fábulas.
Unas personas muy justas
hablaban del mundo y de su caída.
Tú te decías: "¿Tiene usted un
sobrenombre?",
y te contestabas: "Me llamo
joya ahogada, fruta que se niega a abrirse,
infanta sin castillo".
Te cogías de tu mano para no estar sola
entre las flores de aprendizaje.
La época era núbil.
Si esta tarde pasaras
ante la adolescente que fuiste,
¿te atreverías a reconocerte
y a invitarte a tomar el suspiro?
No tienes que acordarte de ti.
Imagen: Pintura de
Francine Van Hove.
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