Ítaca
Cuando salgas de
viaje para Ítaca,
desea que el camino
sea largo, colmado de aventuras,
colmado de
experiencias.
A los lestrígones y a
los cíclopes,
al irascible Posidón
no temas,
pues nunca encuentros
tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se
mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca
cuerpo y alma.
A los lestrígones y a
los cíclopes no encontrarás,
a no ser que los
lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma
los ponga en pie ante ti.
Desea que el camino
sea largo.
Que sean muchas las
mañanas estivales
en que -¡y con qué
placer!-
entres en puertos que
ves por vez primera.
Detente en los
mercados fenicios
para adquirir sus
bellas mercancías,
madreperlas y
nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos
perfumes de todas las clases,
todos los voluptuosos
perfumes que te sean posibles.
Y vete a muchas
ciudades de Egipto
y aprende, aprende de
los sabios.
Mantén siempre a
Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu
destino.
Pero no tengas la
menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure
muchos años
y que viejo al fin
arribes a la isla,
rico por todas las
ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca
te va a ofrecer riquezas.
Ítaca te ha dado un
viaje hermoso.
Sin ella no te
habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más
que ofrecerte.
Aunque la encuentres
pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan
sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido
el significado de las Ítacas.
Imagen: Caspar David
Friedrich, Study, 1810.
No hay comentarios:
Publicar un comentario