Escrito a cada instante
Para inventar a Dios,
nuestra palabra
busca, dentro del
pecho,
su propia semejanza y
no lo encuentra,
como las olas de la
mar tranquila,
una tras otra,
iguales,
quieren la exactitud
de lo infinito
medir, al par que
cantan…
Y su nombre sin
letras,
escrito a cada
instante por la espuma,
se borra a cada
instante
mecido por la música
del agua;
y un eco queda solo
en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el
corazón?
Cada latido,
otra vez es más
dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente
desde dentro
va a pronunciar Su
nombre.
Y otra vez se
ensombrece el pensamiento,
y la voz no le
encuentra.
Dentro del pecho
está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra
exacta y Tuya,
que repite en el alma
el dulce y fijo
girar de las
estrellas.
Imagen: Luciano
Ventrone, Mutamenti, 2012.
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