Mi ventana se
asoma a Regent′s Park.
Soy esa piedra
que nace junto al hombre,
un ojo tras otro
por el camino
de luciérnagas
estériles. Gotea su llanto
sobre el césped
oscuro de mi piel,
y muere en la
curva del día
a las puertas
del infierno.
Perdidos estamos
en la mirada de la fuente,
abriendo en el
agua estelas de palabras.
Extraños,
moribundos,
pájaros secos
entre hileras de sombras,
dóciles al
oleaje del vino y al recuerdo
que adorna la
tarde de frágiles tormentas.
El viento
derriba biombos y nombres
desencadena las
hojas, despeina el río,
corre hacia mí,
enamorado y solo,
aúlla lenguajes
clandestinos. Arranca mi vida
y deposita en el
horizonte su fuego
de sedientas
palomas olvidadas.
Imagen: Arthur
Rackham, Regents Park.
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