A una calavera de
mujer
Esta cabeza, cuando
viva, tuvo
sobre la arquitectura
de estos huesos
carne y cabellos, por
quien fueron presos
los ojos que
mirándola detuvo.
Aquí la rosa de la
boca estuvo,
marchita ya con tan
helados besos;
aquí los ojos, de
esmeralda impresos,
color que tantas
almas entretuvo;
aquí la estimativa,
en quien tenía
el principio de todo
movimiento;
aquí de las potencias
la armonía.
¡Oh hermosura mortal,
cometa al viento!
¿En donde tanta
presunción vivía
desprecian los
gusanos aposento?
Imagen: Axelle Le Pavoux 2.
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