viernes, 31 de enero de 2014

ANNE SEXTON








Subiendo con el ascensor hasta el cielo




Como dijo el bombero:
No alquiles un cuarto más arriba del quinto piso
en ningún hotel de Nueva York.
Tienen escaleras que llegan hasta ahí y más
pero nadie las va a subir.
Como el New York Times dijo:
El ascensor siempre busca
el piso donde está el fuego
y se abre automáticamente
y no se cierra.
Éstas son las advertencias
que debes olvidar
si estás subiendo para salir de ti.
Si te vas a estrellar contra el cielo.

Muchas veces pasé
el quinto piso,
maniobrando hacia arriba,
pero sólo una vez
llegué arriba de todo.
Piso sesenta:
pequeñas plantas y cisnes inclinándose
sobre sus tumbas.
Piso doscientos:
montañas con paciencia de gato,
un silencio que usaba zapatillas.
Piso quinientos:
mensajes y cartas de otros siglos,
pájaros bebiendo,
una cocina de nubes.
Piso seis mil:
las estrellas,
esqueletos en llamas
con los brazos cantando.
Y una llave,
una llave muy grande
que abre algo 
–alguna puerta útil
en alguna parte –
de allá arriba.



Versión de Tom Maver


ALBERTO SZPUNBERG








XIV



Aunque ya sabes que nunca se vuelve, vuelve a casa,
acepta la pequeña mentira como un guiño,
antes de que el invierno te sorprenda
bajo un árbol de ramas despojadas:
acá se acaba el bosque,
el que creció en tus sueños
aun antes de que tus manos rozaran la corteza:
la llanura que se extiende ante tus ojos
como un mar envuelto en luminosa niebla
no tiene por qué ser el desamparo
que se abraza a tus huesos:
todo ha sido un juego de niños,
donde las reglas eran
inocentes trampas consentidas.



Imagen: Caspar David Friedrich, Niebla en el valle del Elba.


jueves, 30 de enero de 2014

IDEA VILARIÑO






El mar

Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí, cansadamente,
el hondo mar eterno.

Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso...

Tan lenta y honda y largamente y tanto
insistente y cansado ser cayendo
como un llanto, sin fin,
pesadamente,
tenazmente muriendo...

Va creciendo sereno desde el fondo,
sabiamente creciendo,
lentamente, hondamente, largamente,
pausadamente,
mar,
arduo, cansado mar,
Padre de mi silencio.


miércoles, 29 de enero de 2014

ÁLVARO CUNQUEIRO







Al otro lado de las montañas


Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,
algo que era una flor o un mirlo de oro
o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mÍ,
echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.
Y ahora mi oficio es soñar, y no sé
si soy yo quien sueño, o es que por mí sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.



Imagen: Remedios Varo, Tránsito Espiral.