Llegarán los
almendros en flor a tu ventana
huídos de mi
pensamiento,
y el temblor del
olivo
que se estremece
al paso de la noche.
Pero yo, cada
vez más perdida en tus palabras,
no tendré fuerza
para llegar hasta tu puerta,
me quedaré
vagando por las calles,
desgranando
temores por la tierra de Kampa,
dialogando
confusa con el aire,
bailando
cortesmente con el río la danza de la muerte,
con delicados
arabesques
y oscuras
reverencias.
No intentaré
siquiera hablarte con la lluvia,
ni cabalgar el
viento
y escondida en
sus crines
devolverte el
perfume de las rosas
que tú de un
solo gesto, de una vez para siempre,
has desenterrado
para mí
con toda la
encendida primavera.
Imagen: Vincent
van Gogh, Almendro en flor, 1890.
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