Presencia
Algún día lo sabré. Este
cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi
hospital, es mi tumba.
Esto que uní alrededor de un
ansia,
de un dolor, de un recuerdo,
desertará buscando el agua,
la hoja,
la espora original y aun lo
inerte y la piedra.
Este nudo que fui
(inextricable
de cóleras, traiciones,
esperanzas,
vislumbres repentinos,
abandonos,
hambres, gritos de miedo y
desamparo
y alegría fulgiendo en las
tinieblas
y palabras y amor y amor y
amores)
lo cortarán los años.
Nadie verá la destrucción.
Ninguno
recogerá la página
inconclusa.
entre el puñado de actos
dispersos, aventados al
azar, no habrá uno
al que pongan aparte como a
perla preciosa.
Y sin embargo, hermano,
amante, hijo,
amigo, antepasado,
no hay soledad, no hay
muerte
aunque yo olvide y aunque yo
me acabe.
Hombre, donde tú estás,
donde tú vives
permaneceremos todos.
Imagen: Herman
Henstenburgh, Vanitas, hacia 1700.
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