Cántico de dos
rosas
No digas nada,
escucha a las estrellas.
Tal vez te digan
algo
de la rosa que
hay en tu jardín
y la rosa del
tiempo,
-la que está
viva o muerta-
en la arena que
arde.
La rosa que hay
en tu jardín es bella.
No la amarga
hechicera que te llama
desde tu
nacimiento, rosa oscura
que te alumbra
el final y las orillas
del aqueronte.
No hables, que estás solo
con nada
indecible, siempre lejos
del azul más
profundo. Mira pues
si el agua va a
una isla donde crecen
rosas ya sin
ventura o venturosas;
y escribe y
canta. Y oye a las estrellas
que hablan desde
una página perdida.
Imagen: Rastislaw
Racoff, Naturaleza muerta con una rosa roja, 1962.
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