domingo, 12 de octubre de 2014

CARMEN ALARDÍN








Muerte cotidiana



Tú también desordenaste el viento
y echaste atrás el sol,
no solamente por haberte muerto,
sino que alguna vez desordenamos
nuestras venturas íntimas.
Y tú también equivocaste el rumbo
no solamente por haberte ido,
sino por todos los que derramaron
sangre y amor en una sola llaga.
Tú también deshojaste mis empeños
antes de la violencia del otoño;
tú también has marcado con el vértigo
de tu ausencia la curva de mis brazos.
Se han cubierto de sombra mis rincones
no solamente porque te hayas muerto,
sino porque morimos cada día,
sobre la ruta de un asombro falso.




Imagen: William Turner, Death on a pale horse, hacia 1825.




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