Sin saber
Evidentemente no me parezco
a ninguno de esos hilanderos
de palabras
que se hacen los trajes y
las carreras de ganchillo,
las glorias, los orgullos,
aunque me muevo entre ellos
y ellos miran mis palabras
como si fueran jerséis,
“¡Qué bien vestida vas”, me
dicen.
“¡Qué bien te queda el
poema!”,
sin saber
que los poemas no son mis
vestidos,
sino el esqueleto
extraído con dolor
y colocado encima de la
carne como un caparazón,
siguiendo el ejemplo de las
tortugas
que así sobreviven
largos e infelices
siglos.
Traducción de R.Pisot y
J.V.Piqueras.
Imagen: Fernando Vicente,
Dibujo Vanitas.
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