XIV
Aunque ya sabes que nunca se vuelve, vuelve a casa,
acepta la pequeña mentira como un guiño,
antes de que el invierno te sorprenda
bajo un árbol de ramas despojadas:
acá se acaba el bosque,
el que creció en tus sueños
aun antes de que tus manos rozaran la corteza:
la llanura que se extiende ante tus ojos
como un mar envuelto en luminosa niebla
no tiene por qué ser el desamparo
que se abraza a tus huesos:
todo ha sido un juego de niños,
donde las reglas eran
inocentes trampas consentidas.
Imagen: Caspar David Friedrich, Niebla en el valle del
Elba.
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