La mejor solución
La resignación se
encarga de arreglar casi todo:
poco a poco se forma
una suave costumbre del dolor.
Eso acontece sin
protestas y sin vivas.
Uno se esfuerza hacia
arriba
y se acostumbra hacia
abajo.
No son las
revoluciones, sino las resignaciones
las que han permitido
al hombre que viva,
si es que en realidad
ha vivido.
Nadie, sin embargo,
ha sobrevivido.
Es posible arreglar
las jubilaciones,
pero las
resignaciones se arreglan sin nadie.
Alivian poco a poco y
sin cesar todas las instituciones
de las obligaciones y
de las opiniones.
Y el ocaso, sonríe.
Traducción de Octavio
Paz.
Imagen: Paula
Cabrera, Horizonte 3, 2012.
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