Me retiro hacia
dentro y cierro la ventana.
Traen el candil y me
dan las buenas noches,
y mi voz gozosa da
las buenas noches.
Ojalá que mi vida
fuese siempre esto:
el día pleno de sol,
o suave de lluvia,
o tempestuoso cual si
se acabara el Mundo;
la tarde suave y las
cuadrillas que pasan
contempladas con
interés por la ventana;
el último mirar amigo
al sosiego de los árboles,
y después, cerrada la
ventana, encendido el candil,
sin leer nada, ni
pensar en nada, ni dormir,
sentir en mí correr
la vida como un río en su lecho
y fuera un gran
silencio, como de dios dormido.
Traducción de José
Antonio Llardent.
Imagen: Balthus, Cour
de Rohan, 1951.
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