sábado, 18 de enero de 2014

JUDE NUTTER







Entregándolo




Conservaría solo algunas cosas: un relicario
antiguo con mi retrato y una mezcla de hierbas
su catálogo promocionándolas como Protección; un dedal

que perteneció a mi madre, la calavera
de un cuervo, las placas de identidad de mi padre. Aún así, hay
tantas cosas de las que puedo prescindir. Y a veces siento

que hasta mis recuerdos pertenecen
a otros: mis amantes,
el espasmo de sus bocas sobre mí, año

tras año, que me quitaron, silenciosamente,
cosas que nunca supe que tenía; ese desconocido cuya mano
se deslizó dentro de mis jeans en el ferry de Dublín

cuando tenía dieciséis. Especialmente él. Y antes,
mis padres con su necesidad palmaria.
El mundo nos hurta de este modo hasta que

no queda casi nada. Y, algunos de nosotros elegimos
incluso, renunciar a eso: una taza de latón desenterrada
de los canteros recién removidos; poemas

rescatados de las cáscaras y los sedimentos del café;
vainas de semillas y los huecos tallos del césped. Las oscuras,
bruñidas cavidades del corazón humano. De cualquier modo

el vacío siempre llega.




Versión de Silvia Camerotto.




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