Amanecer
Imagínate
tú...
Imagínatelo tú por
un momento.
R. A.
La estrella aún flotaba en las aguas.
Río abajo, a la noche del mar, la llevó la
corriente.
Y de pronto la mágica música errante en la
sombra
se apagó, sin dolor, en el fresco silencio
silvestre.
Imagínate tú, piensa sólo un instante,
piensa sólo un instante que el alma
comienza a caerse.
(Las hojas, el canto del agua que sólo tú
escuchas:
maravilloso silencio que pone en las tuyas
su mano evidente).
Piensa sólo un instante que has roto los
diques y flotas sin tiempo en la noche,
que eres carne de sombra, recuerdo de
sombra; que sombra tan solo te
envuelve.
Piensa conmigo "¡tan bello era todo,
tan nuestro era todo, tan vivo era todo,
antes que todo se desvaneciese!".
Imagínate tú que hace siglos que has
muerto.
No te preguntan las cosas, si pasas, quién
eres.
Procura un instante pensar que tus brazos
no pesan.
Son nada más que dos cañas, dos gotas de
lluvia, dos humos calientes.
(¡Tan bello era todo, tan nuestro era todo,
tan vivo era todo!)
Y cuando creas que todo ante ti perfecciona
su muerte,
abre los ojos:
llevaba una antorcha en la mano, incendiaba
los bosques nacientes.
El río volvía a mojar las orillas que dan a
tu vida.
El prodigio era tuyo y te hacías así
vencedor de la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario