Como a un muerto de
sed
Hablo como quien
habla
delante de sí mismo
consumido.
Algo ya de mi muerte
está aquí ahora.
Ya no me pertenece
la voz que está
cantando a mis espaldas
y mi puro planeta
está llegando
a ponerse debajo de
mi planta
porque ande mi
memoria entre su nieve.
Cierto es que llama
fui, muy combatida
entre contrarios
vientos
y no sé cuál de todos
me ha apagado.
Mas desasida estoy. Y
aunque me duele
el sitio en que
moraba
tan dulce oscuridad,
voy asomando
un paso ya del cerco
de mi sombra.
Cuando me inclino a
recoger mi nombre
nombre de soledad,
cetro sombrío
y célibe corona,
sé que arrebato su
laurel a un muerto
y me ciño la flor que
no se mira,
que a otra le estoy
hablando en estas voces.
Muerta la tengo en
medio de mis brazos,
mi más honda, mi más
amada víctima.
Me abandono a mí
misma como a un muerto de sed.
Aquí me dejo. Y ya me
estoy mirando sin ternura.
La casa donde amé.
La vista oscura y
engañada de objeto.
Las guirnaldas de la
fiesta extinguida.
Todo cuanto no era
descendido
de mi más alto ramo,
de las aguas secretas
y desnudas.
Imagen: Anne W.
Brigman, Infinitude.
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