¡Con qué ligeros
pasos vas corriendo!
¡oh cómo te me
ausentas, tiempo vano!
¡ay, de mi bien, y de
mi ser tirano!
¿cómo tu altivo brazo
voy siguiendo?
Detenerte pensé,
pasaste huyendo,
te seguí, y
ausentástete liviano,
te gasté a ti en
buscarte, ¡oh, inhumano!
Mientras más te
busque, te fui perdiendo.
Ya conozco tu furia,
ya humillado,
de tu guadaña pueblo
los despojos;
¡oh, amargo desengaño
no admitido!
Ciego viví, y al fin,
desengañado,
hecho Argos de mi
mal, con tristes ojos,
huir te veo, y véote
perdido.
Imagen: Max Ferguson,
Time.
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