Una noche de invierno
La tormenta posa su boca en la casa
y sopla, buscando el tono.
Yo duermo inquieto, doy vueltas, leo
a ojos cerrados el
texto de la tormenta.
Mas grandes son los ojos del niño en la penumbra
y la tormenta gime para el niño.
Ambos gustan de lámparas que oscilan.
Ambos están a mitad de camino al lenguaje.
La tormenta con manos y alas infantiles.
Se desboca la caravana a Laponia.
Y la casa siente la constelación de clavos
que mantiene unidas las paredes.
La noche está calma sobre nuestro piso
(donde todos los pasos que han resonado
descansan como hojas caídas al estanque)
¡pero afuera la noche está salvaje!
Sobre el mundo anda una tormenta más seria.
Pone su boca sobre nuestra alma
y sopla, buscando el tono. Tememos
que la tormenta sople hasta vaciarnos.
Traducción de Roberto Mascaró.
Imagen: Jonas Loiske,
Cottage on an island near Nora, Sweden.
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