Oigo un ejército
Oigo sobre la
tierra las huestes a la carga,
estruendo de
caballos que embisten, con espuma en los cascos
Arrogantes tras
ellos, en su negra armadura,
desdeñando las
riendas, chasqueantes látigos, los aurigas.
Lanzan hacia la
noche su grito de batalla,
yo gimo cuando
duermo al escuchar distante su risa turbulenta.
Hienden la
penumbra de los sueños con cegadora flama,
haciendo
retumbar el corazón como retumba un yunque.
Vienen
triunfales, agitan sus largas, verdes cabelleras,
han surgido del
mar y corren gritando por la orilla.
¿No eres,
corazón, sabio, ya que así desesperas?
Amor, amor, mi
amor, ¿por qué me dejas solo?
Traducción de
Marina Fe.
Imagen: Mariusz
Kozik, Húsares alados, 2011.
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