Es la mujer del
hombre lo más bueno,
y locura decir
que lo más malo,
su vida suele
ser y su regalo,
su muerte suele
ser y su veneno.
Cielo a los
ojos, cándido y sereno,
que muchas veces
al infierno igualo,
por raro al
mundo su valor señalo,
por falso al
hombre su rigor condeno.
Ella nos da su
sangre, ella nos cría,
no ha hecho el
cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a
veces una arpía.
Quiere,
aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al
fin como sangría,
que a veces da
salud, y a veces mata.
Imagen: Earl
Moran, Evening Star, hacia1940.
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