En celebración
Estás sentado en una silla,
nada te toca, sientes
cómo se vuelve el viejo un
ser más viejo, imaginas
sólo la paciencia del agua,
el fastidio de la piedra.
Piensas que el silencio es
la página de más,
piensas que nada es bueno,
ni malo, ni siquiera
la sombra que invade la casa
mientras tú miras, sentado,
cómo la invade. Otras veces
la has visto. Tus amigos
pasan tras la ventana, en
sus rostros la marca de la pena.
Quisieras saludarlos pero no
puedes ni alzar la mano.
Estás sentado en una silla.
Te vuelves hacia la yerbamora
que extiende sobre la casa
su red ponzoñosa.
Pruebas la miel de la
ausencia. Es lo mismo.
Dondequiera que estés, es lo
mismo que se pudra
la voz antes que el cuerpo o
que se pudra el cuerpo
antes que la voz. Sabes que
el deseo lleva a la pena,
la pena a la consumación, la
consumación
al vacío. Sabes que estos es
diferente, esto
es la celebración, la única
celebración,
sabes que si te das entero a
la nada
habrás sanado. Sabes que hay
alegría en sentir
cómo tus pulmones preparan
su futuro de ceniza,
y así esperas, miras y
esperas: el polvo se establece.
Rondan la sombra las horas
milagrosas de la infancia.
Traducción de Octavio Paz.
Ilustración: Rembrandt, Filósofo
meditando, 1632.
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