Paisaje de amor
muerto
Ya te hundes,
sol; mis aguas se coloran
de llamaradas
por morir; ya cae
mi corazón
desenhebrado, y trae,
la noche, filos
que en el viento lloran.
Ya en opacas
orillas se avizoran
manadas negras;
ya mi lengua atrae
betún de muerte;
y ya no se distrae
de mí, la
espina; y sombras me devoran.
Pellejo muerto,
el sol, se tumba al cabo
Como un perro
girando sobre el rabo,
la tierra se
echa a descansar, cansada.
Mano huesosa
apaga los luceros:
Chirrían,
pedregosos sus senderos,
con la pupila
negra y descarnada.
Imagen: William
Turner, El Temerario remolcado a su último atraque para el desguace, 1838.
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