domingo, 17 de agosto de 2014

MARGARITA MICHELENA








Sonata en la Tierra




... si la beauté n était déjà
la mort...
Mallarmé




Lenta y abandonada
a la oscura belleza de ti misma,
vena de sombra y claridad cantando,
música de esmeralda,
te miré respirando.

No eras la tristeza.
Sí la amorosa muerte.
La más plena hermosura.
La llama de tiniebla
y de frescura.

Desde ti conocía,
origen y diciembre de la rosa,
cima del agua y manantial del trino,
la nieve de mis huesos
y el destino.

Nunca a amor como el tuyo,
-panal de oscuro goce-
tuve el cuerpo rendido,
claustro de dulce hierba
y amoroso
desastre prometido.

Y mientras te miraba
con tu desnudo de árbol y neblina,
serena, reposando,
sentí que más allá de mi memoria
me estabas recobrando.

Más allá de mí misma,
de mi sangre en otoño
y más allá del nombre que tenía,
como a angustia y a origen
te quería.

Celda de amor y noche, ya guardabas
la juventud del tallo en que voy a salir.
Y yo era sólo un sueño y el deseo
de morir.



Imagen: Caspar David Friedrich, Niebla matinal en la montaña, 1808.


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