Sonata en la Tierra
...
si la beauté n était déjà
la
mort...
Mallarmé
Lenta y abandonada
a la oscura belleza de ti
misma,
vena de sombra y claridad
cantando,
música de esmeralda,
te miré respirando.
No eras la tristeza.
Sí la amorosa muerte.
La más plena hermosura.
La llama de tiniebla
y de frescura.
Desde ti conocía,
origen y diciembre de la
rosa,
cima del agua y manantial
del trino,
la nieve de mis huesos
y el destino.
Nunca a amor como el tuyo,
-panal de oscuro goce-
tuve el cuerpo rendido,
claustro de dulce hierba
y amoroso
desastre prometido.
Y mientras te miraba
con tu desnudo de árbol y
neblina,
serena, reposando,
sentí que más allá de mi
memoria
me estabas recobrando.
Más allá de mí misma,
de mi sangre en otoño
y más allá del nombre que
tenía,
como a angustia y a origen
te quería.
Celda de amor y noche, ya
guardabas
la juventud del tallo en que
voy a salir.
Y yo era sólo un sueño y el
deseo
de morir.
Imagen: Caspar David
Friedrich, Niebla matinal en la montaña, 1808.
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