Un campo junto
al río
Un campo junto
al río se extendía debajo;
el gran señor de
Chu, percibiendo el efluvio
de los henos
recién segados, exclamaba,
mientras de sí
apartaba la nieve de las cumbres:
"Dejad que
todo pase".
Blancos como la
leche, arrastraban los asnos
ruedas, donde se
irguieron Nínive y Babilonia;
algún
conquistador detuvo su montura
y les gritó a
los hombres cansados de la guerra:
"Dejad que
todo pase".
Del corazón del
hombre, empapado en la sangre,
surgieron esas
ramas de la noche y el día,
donde cuelga la
luna fastuosa.
Y de todos los
cantos, ¿cuál sería el sentido?
"Dejad que
todo pase".
Traducción de
Mariá Manent.
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