Dominio del
llanto
¡Ay! La tierra
que habito, sin dinteles
se ofrece
resignada al verde llanto
que de la nada
viene al universo,
dominando en el
centro de los ojos.
Hasta el cariño
es agua de tristeza.
Hasta el cariño
es césped vulnerable.
Y de lágrimas
nacen las violetas,
el suave musgo
negro de las ruinas.
¿Duros cielos
que buscan el olvido
propagan el
dolor sobre la nieve?
¿Duros cielos
agolpan, tumultuosos,
las legiones del
llanto en los países?
¿Son los ángeles
fieros, despeinados,
huidos del Señor
y de sus tronos?
¿Son los
caballos ciegos de los bosques,
en galopar
frenético, sin rumbo?
¿Son las manos
del viento, enloquecido,
golpeando las
torres y los senos
de las vírgenes
nubes, de las niñas
que lloran sin
saber los sueños tristes?
¿O es el rayo de
Dios que incendia y pide
torrentes de
dolor para apagarse,
o refrescar la
sed que tiene viva
con el llanto
crecido entre los hombres?
Y el corazón se
estalla como un fruto,
calcinado de
amor bajo los árboles:
el compasivo
llanto le convierte
en una roja flor
desesperada.
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