Homenaje a Epicuro
Un alto muro a veces
me separa
del mundo entero.
Yedras y cripreses
intensifican luces y
silencios
y en el hueco
plausible de la tierra,
tal una mano, vivo
dulcemente
una especie de
absorto sueño antiguo
que nada extingue.
Cerca se oye el agua
deslizándose lejos,
un murmullo
que no sabe de mí, lo
sabe todo,
un reflejar del cielo
estremecido,
una canción dispersa.
El tiempo corto
suele durar bastante
en la memoria
sin que sepamos qué
es lo que en el alma
se nos quedó tan
preso que los años
no han podido borrar,
aquel asomo
de una felicidad sin
conjeturas,
libre, dichosa,
suave, deslizante,
que hace que para mí
la vida sea,
no importa sus quebrantos,
un recuerdo
de sosiego y de paz.
Imagen: Yves Trèvédy,
La Grille, entrée de la maison de Sacha Guitry.
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