Y las abejas del Paraíso
Llegué, atravesando todo el mar,
pero encontré la ola de nuevo entre tus brazos,
y acantilados, fortalezas -todo
disuelto bajo un cielo de advertencias-.
Jardines submarinos levantados
en dirección del arcoíris a través de los ojos
encontré.
Sí, altos, inseparables nuestros días
pasaron hacia el sol. Anduvimos los cielos ardidos
inexorables y arrullados
con tu alabanza,
llenos de la paloma, y las abejas
del Paraíso.
Imagen: Lucas Cranach el Viejo, Venus y Cupido (detalle), hacia 1520.
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