miércoles, 19 de junio de 2013

GEORG TRAKL






De profundis

Aguarda un campo lleno de rastrojos
donde la negra lluvia cae.
Aguarda un árbol pardo y solitario,
aguarda un viento
que silbando rodea las cabañas vacías.
Cuán triste es el atardecer.

Pasando el caserío,
la dulce huérfana recoge
parcas espigas.
Sus ojos pastan áureos y redondos
en el crepúsculo,
y su regazo espera al celestial amante.

Remota sombra soy
de aquellos lóbregos lugares.
He bebido el silencio de Dios en esa fuente del prado.
Fríos metales alcanzan mi sien.
Y las arañas buscan
mi corazón.
Hay una luz que en mi boca se apaga...

Lleno de mugre,
cubierto por el polvo remoto
de las estrellas,
hallé la soledad en prado oscuro,
y nuevamente suenan en el avellanedo
ángeles de cristal.

Trad. de Angelika Becker


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