Noche inmóvil
Sola la noche. El
aire profundiza
la placidez errante
de las nieblas.
Los firmes pinos
ciñen –verde sombra-
la soledad sin fin de
las estrellas.
Vuela un rumor lejano
por el aire,
que se cuajan en su
voz; y ese latido
de las aguas que, en
rocas despeñadas,
mojan de heridas
hondas los caminos.
Bosques de exactas
cimas, horizontes
de encina y jara
ardiente, prolongan
en su incierto
temblor de tronco y piedra,
la solidez vibrante
de las sombras.
Ni luna en su cristal
de alada nieve,
ni viva estrella ya
de arduos temblores.
La gravidez oscura
del silencio
talla en granito el
vuelo de la noche.
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