sábado, 22 de junio de 2013

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ







La belleza de Elena

Pensad en Troya.
La historia es conocida. El viento
de la destrucción arrasando
sus murallas, el hierro griego que traspasa
la carne de sus hijos, la peste de la muerte,
los alaridos bestiales de Casandra.
Y recordad entonces algo.
Ni en la última hora
pudieron los troyanos
condenar a la mujer que les trajera
su aniquilización.
Culpaban a los dioses.
Y el abismo del horror aún conservaron
el sueño que los había deslumbrado
ante Helena.
Y perecieron.
Y pereció su estirpe.
Sin que ninguno se atreviera
a condenar a la Belleza.

Imagen: Thomas Cole, The Course of the Empire, Destruction

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