La belleza de Elena
Pensad en Troya.
La historia es
conocida. El viento
de la destrucción
arrasando
sus murallas, el
hierro griego que traspasa
la carne de sus
hijos, la peste de la muerte,
los alaridos
bestiales de Casandra.
Y recordad entonces
algo.
Ni en la última hora
pudieron los troyanos
condenar a la mujer
que les trajera
su aniquilización.
Culpaban a los
dioses.
Y el abismo del
horror aún conservaron
el sueño que los
había deslumbrado
ante Helena.
Y perecieron.
Y pereció su estirpe.
Sin que ninguno se
atreviera
a condenar a la
Belleza.
Imagen: Thomas Cole,
The Course of the Empire, Destruction
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