¿Qué vas a hacer,
Señor, cuando me muera?
Tu cántaro soy yo (¿y
cuando me rompa?)
Tu bebida soy yo (¿y
cuando me vierta?)
Yo soy tu vestidura,
soy tu oficio:
conmigo pierdes tu
sentido.
Después de mí, no
tienes casa donde
te saluden palabras
tibias, íntimas.
De tu cansado pie cae
la pantufla
aliviadora, que soy
yo.
Tu gran túnica se te
queda atrás.
Tu mirada, que acojo
en mi mejilla
tibia, como una
almohada, largo tiempo
caminará en mi busca
y a la puesta del sol
se dormirá
en el regazo de piedras
extrañas.
¿Qué harás, Señor,
entonces? Tengo miedo.
Trad. de José María
Valverde
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