Sobre el mar se eleva una
brillante luna que contemplamos tú y yo a uno y otro extremo del mundo. En mi enamorada añoranza siento enojo por ser la noche tan larga, no duermo, hacia ti mi pensamiento vuela, apago la lámpara gozo de la luz de la luna que llena mi cuarto, me echo sobre los hombros la capa, salgo a la noche empapada de rocío. No puedo ofrecerte un puñadito de luz, me vuelvo y me acuesto y sueño con nuestro reencuentro final.
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