martes, 4 de marzo de 2014

A. R. AMMONS







Terreno




El alma es una región sin fronteras definidas:
      no es seguro que una pradera
pueda abarcarla
      o que una cordillera pueda contenerla:
flota por sí misma como la masa continental,
      que cuanta más altura alcanza
más profundamente extiende sus cimientos
      (de modo proporcional):
no todo se da de la misma manera: hay ramificaciones:
      sistemas fluviales como sombras de árboles invernales
contra las colinas: ramas, paseos, altos lagos:
      pantanos plagados de lirios:

su clima es variable: inundaciones
      destruyen su interior, alteran
la distribución del peso, la naturaleza del contenido;
      por él se desplazan los remolinos
o giran quietos como formas aisladas: viene la luna:
      hay espacios muertos: ciénagas, surgidas
de sí mismas, del crecimiento de la destrucción
      del crecimiento,
cambio de papeles,
      el álamo y el roble invadidos por la turba: piedras

semipreciosas y preciosos metales se asientan en el lodo:

es un área de equilibrio, de veras, estabilizada,
      oscura agua salvaje, feroces anguilas, contracorrientes:
un hábitat, la ecología precisa de las formas
      hasta cierto grado tolerantes
entre sí, no son del todo autodestructivas: una corteza a flote:
      escoria, espuma de lo profundo y naturaleza diversa:
pero más hondo que la profundidad, y también: torbellino y vacío:

puede ser esférico, luz y conocimiento apenas
      iris y pupila abriéndose
a los oscuros métodos de la vista: vaivén,
      rupturas y cicatrices,
remolinos y quietud: viene la luna: terreno.





Traducción: Jeannette L. Clariond.

Imagen: Thomas Cole, El cáliz de los titanes, 1833.



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