Hora tras hora, día
tras día,
entre el cielo y la
tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se
despeña
pasa la vida.
Devolvedle a la flor
su perfume
después de marchita;
de las ondas que
besan la playa
y que una tras otra
besándola expiran
recoged los rumores,
las quejas,
y en planchas de
bronce grabad su armonía.
Tiempos que fueron,
llantos y risas,
negros tormentos,
dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su
rastro dejaron,
en dónde, alma mía?
Imagen: Josep
Carretero Gomis, Vaso con rosas marchitas.
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