El viejo suéter azul
de papá
Hoy cuelga del respaldo de la silla de la
cocina
donde siempre me
siento, cuelga
del mismo respaldo y
de la misma silla donde solía sentarse.
Me lo pongo al
entrar,
como él solía,
sacudiendo
la nieve de sus
botas.
Me lo pongo y me
siento en la oscuridad.
Él no haría esto.
Lajas de frío caen
desde el hueso de la luna.
Sus leyes eran un
secreto.
Pero recuerdo el
momento en que supe
que perdía el juicio
dentro de sus leyes.
Estaba de pie en la
curva de la entrada cuando lo vi.
Llevaba puesto el
suéter azul con los botones abrochados hasta
el cuello.
No sólo porque era
una calurosa tarde de julio
pero la mirada en su
rostro...
como un niño a quien
la tía vistió temprano en la mañana
antes de un largo
viaje
en trenes fríos y
venteados andenes
sentado muy tieso en
la orilla de su asiento
mientras las sombras,
como largos dedos,
sobre almiares
dejados atrás,
aún lo estremecen
porque él viaja
mirando hacia atrás.
Traducción de Jeannette L. Clariond.
Imagen: Andrew Wyeth,
Turkey Pond, 1944.
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