Cristo yacente
De la
contemplación aquí resume
la historia su
trayecto, el ojo humano
dentro y fuera
transita y es capaz
de descubrir las
dos correspondencias
de la vida veladas
por Mantegna.
A una cierta
distancia en el escorzo
la perspectiva
-extraña y novedosa-
del yacente
despoja cuanto de hombre
posee. De
esperanza hay luz entonces
porque no ha
muerto un cuerpo, sino un símbolo
acaba de nacer
para el futuro.
La cercanía al
lienzo sin embargo
revela poco a
poco que capricho
todo axioma ha
de ser de la mirada
y que aquella
armonía se ha tornado
violenta
distorsión, brutal certeza
de que no hay
porvenir en los cadáveres.
Morir, sin más.
No cabe otra doctrina
encima de una
mesa de forense.
Imagen: Andrea Mantegna,
Lamentación sobre Cristo muerto, entre 1475 y 1478.
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