sábado, 20 de diciembre de 2014

LÁZLÓ KÁLNOKY








La casa vieja



Se enrojece un jardín otoñal enmalezado,
donde brillan opacos, a través de la niebla,
los fuegos de hojarascas ardiendo, y la espesura
cubre la estatua pétrea y tiene aspecto
de una informe escultura enverdecida.
Ni para qué entrar en los cuartos,
donde en ventanas rotas y espejos herrumbrosos
bailan sombreas movidas por el viento,
y el color ha escapado del papel de los muros.
No puede absolver a nadie
al forastero a quien le concedieran
un plazo más aún sobre la tierra;
tampoco adentro habría que romperse
el grillete que la aprieta la frente.

Mejor es huir lejos,
atravesar el puente sin barandas,
o ver abajo del agua color hierro,
donde su rostro es óvalo deforme,
y su boca un rectángulo crispado.



Traducción de Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács.





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