Apagad las luces
En silencio. Que no se caiga
el rocío
que tiembla en la punta
misma de las pestañas;
sin hacer ruido.
Silenciosamente. Sin patetismo,
a aquella noche le digo: no
fuiste de las peores.
Con las alas de la guarda
de las tinieblas, no nos
envolvió tu ángel,
que con nosotros estaba, oh
noche seria
después de frívolas noches,
con violencia.
Y el grito que por tu
alfombra se extiende
cuando de horror las manos
nos estrechamos,
ese espantoso grito que
puede oír cualquiera todavía,
una llamada dulce es para
mí.
¡Apagad las luces! que no se
caiga el rocío
que tiembla en la punta
misma de las pestañas;
sin hacer ruido,
silenciosamente, sin patetismos,
digo: cuál, cuál era la
claridad
de aquella noche en que todo
oscureció,
en que todos como sombras
en su tronco se encogieron.
Sé bien, sé muy bien que
entonces hubiera sido mejor
oír el estruendo.
Traducción de Clara Janés.
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