viernes, 31 de mayo de 2013
jueves, 30 de mayo de 2013
ANTONIO CISNEROS
Contra la flor de la
canela
Para hacer el amor
ha de evitarse un sol
muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,
tampoco es buena la
sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos
son mejores que los pastos amarillos,
pero la gruesa arena
es mejor todavía.
Ni junto a las
colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.
Poco reino es la cama
para este buen amor.
Limpios los cuerpos
han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o
monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en
todos su caminos.
La oscuridad no
guarda el buen amor.
El cielo debe ser
azul y amable, limpio y redondo como un techo y entonces
la muchacha no verá
el Dedo de Dios.
Los cuerpos discretos
pero nunca en reposo,
los pulmones
abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el
amor pero se aprende.
Imagen: Mario
Cattaneo, Around Milano, 1950.
MAURICIO BACARISSE
Ruiseñor
La pálida luna en
flor
y la fuente, en mil
promesas,
son dos hermanas
siamesas
unidas por un
temblor.
Riela trinos,
ruiseñor,
sobre agua de astros
en calma,
tú, que humedeces la
palma
de la mano de Dios, y
osas
probar a las lindas
rosas
la inmortalidad del
alma.
Imagen: Fresco de la
Casa del brazalete de oro, Pompeya
miércoles, 29 de mayo de 2013
STUART MERRILL
Dicen que unos reyes
que han muerto pisaron este sendero
que conduce al banco
de piedra en donde nos gusta sentarnos,
cuando sobre la
soledad se derrama la paz de la tarde
y nuestros corazones
están llenos de mudos cantos, como salterios.
Desde esta roca se
ve, bajo la fanfarria de la conquista,
erizarse de pronto la
llanura de espigas de hierro,
multitudes venidas de
los veranos y los inviernos
a rodar como un rojo
río hacia la gran ciudad en fiesta.
Pero ni la cabalgata
llena de sol bajo los estandartes,
ni el dulce resonar
de los tambores en la primavera,
ni el alarido de los
clarines enhiestos como corolas de oro,
valen este silencio
donde nuestro cansancio se duerme
y la caricia de las
sombras que entremezclan los vientos
y esta oración, el
minuto eterno de nuestro beso.
Traducción de Manuel
Álvarez Ortega.
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
Aviso para caminantes
En la suma de días
indistintos
que la vida da al hombre,
acaso hay uno
en que el destino,
trágico y hermoso,
pasa por nuestro lado y
el azar manifiesta
una insólita luz, un
desusado
fulgor inconfundible.
Pero no has de dudar. Ten
el coraje,
cuando llegue el momento,
de abandonar las cosas
con que siempre
te engañó la costumbre, y
sube pronto
a ese carro de fuego.
Poco dura
el milagro. Después, si
te negaras
a partir, sólo noche
merecerás. Y nunca,
aunque quisieras,
podrás comprar la luz que despreciaste.
Imagen: Valdés Leal, Elías y el carro de fuego
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