A las ruinas de
Itálica
Esta ya de la edad
canas rüinas,
que aparecen en
puntas desiguales,
fueron anfiteatro, y
son señales
apenas de sus
fábricas divinas.
¡Oh, a cuán mísero
fin, tiempo, destinas
obras que nos parecen
inmortales!
¿Y temo? ¿Y no
presumo que mis males
así a igual fenecer
los encaminas?
A este barro que
llama endureciera
y blanco polvo
humedecido atara,
¡cuánto admiró y pisó
número humano!
Y ya el fausto y la
pompa lisonjera
de pesadumbre tan
ilustre y rara
cubre hierba y
silencio y horror vano.
Imagen: Diego Velázquez,
Retrato de Francisco de Rioja
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