Mediodía pálido y
absorto
Mediodía pálido y
absorto
bajo el ruinoso muro
de la huerta.
Escuchar entre
ciruelos y retallos secos
el llamado del mirlo
y el rumor de la
sierpe en la hojarasca.
En las grietas del
suelo
en las heridas del
antiguo algarrobo
espiar las filas de
las rojas hormigas
que ahora se rompen,
luego se entrelazan
en el supremo
esfuerzo de los seres pequeños.
Observar en la fronda
el palpitar lejano de
un asomo de mar,
mientras se alza en
las calvas cimas
la voz temblorosa de
la cigarra;
y caminando bajo el
sol que ciega,
descubrir,
maravillado y triste,
cómo es toda la vida
y sus trabajos,
en este continuar,
una muralla
llena de agudos
vidrios de azotea.
Traducc. de Hugo Gutiérrez Vega
Imagen: Ramón Gaya, Moreras en la Alberca.
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