sábado, 4 de mayo de 2013

MIGUEL DE UNAMUNO



POLVO DE OTOÑO

2

Es ocaso de otoño; dulcemente
va el río -una ola sola, llana y lenta
llevándose la manta amarillenta
de las hojas que el viento del poniente

arranca de los chopos; contra el puente
presa el agua entre piedras se lamenta
y el sol, al enterrarse, la ensangrienta
de luz; el cielo pésame en la frente.

Las horas todas son una sola hora,
hora amarilla y tierna, hora de ocaso,
tinta en sangre que presto se evapora;

abierto al cielo el corazón es vaso
donde la noche su rocío llora
cuando nos abre, al fin, el postrer paso.

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