Han caído las torres
Han caído las torres, y
el desierto
es ahora tan grande como
el alma:
esas torres que alcé y
ese desierto
que quise mantener lejos
del alma.
Los enemigos que inventé
murieron
y si hay otros no quiero
imaginarlos:
así que no vendrán los
enemigos.
Y los amigos no vendrán
tampoco,
igual que yo no iré a
ninguna parte:
han quedado atrapados en
sus reinos,
perplejos como yo, sin
esperanza,
y miran las desmoronadas
torres
que fueron su pasión y su
defensa,
y el desierto es el dueño de sus almas.
Imagen: Bernardo Bellotto, La
Antigua Kreuzkirche en Dresde (detalle)
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