Ella abrió los postigos. Colgó las sábanas sobre el alféizar de la ventana. Descubrió el día. Un pájaro la miró directamente a los ojos. “Estoy sola”, murmuró. “Estoy viva”. Entró a la habitación. También el espejo es una ventana. Si salto desde él caería en mis propios brazos.
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